Formamos, los del teatro, una profesión desmemoriada que no pierde tiempo en mirar atrás, aunque con frecuencia muchas de las respuestas que buscamos en nuestros procesos artísticos se encuentren en el pasado. En este sentido, es necesario comenzar a desbrozar décadas de trabajo de cómicos que han a...
Formamos, los del teatro, una profesión desmemoriada que no pierde tiempo en mirar atrás, aunque con frecuencia muchas de las respuestas que buscamos en nuestros procesos artísticos se encuentren en el pasado. En este sentido, es necesario comenzar a desbrozar décadas de trabajo de cómicos que han aportado sentido y dignidad a la profesión y devolverlas al sitio donde merecen estar: la historia del oficio. Este libro se inserta en esa necesidad y debería ser un primer paso para recuperar la verdadera valía de Ricardo Calvo. Estamos ante un actor que generó todo un movimiento entre intelectuales, artistas y espectadores para poner en escena el teatro clásico no de cualquier manera, sino con estabilidad, continuidad y dedicación por parte de los oficiantes. Fue un artista, y más tarde pedagogo, que influyó en toda una generación de gentes de teatro que entendieron que no se podía abordar el verso barroco sin entrenamiento ni especialización. Fue un empresario que formó una compañía propia y, frente al aluvión de obras comerciales insulsas que reinaban en la cartelera de su tiempo 02014;todas olvidadas ahora02014;, se arriesgó con un repertorio de calidad que igual le enriqueció como le arruinó varias veces. Fue, en fin, un hombre de izquierdas 02014;íntimo de poetas y escritores como los Machado, Valle Inclán, Benavente o Rubén Darío02014; al que su relación con Pemán y los reconocimientos obtenidos durante el franquismo le valieron el castigo de quedar arrumbado para la posteridad: habiendo sido la gran referencia del recitado del verso clásico en España, cayó para él el telón del olvido. Ahora que el teatro clásico goza de una salud impensable décadas atrás, es importante recordar su extraordinaria labor. Eduardo Vasco San Miguel es doctor en Estudios Teatrales y máster en Teatro y Artes Escénicas por la Universidad Complutense de Madrid, y licenciado en Interpretación y en Dirección Escénica por la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD). Completó su formación como director en la Amsterdam Regie Opleiding Theaterschool. En 1995, funda Noviembre Compañía de Teatro, compaginando su actividad con direcciones en el Centro Dramático Nacional (CDN), la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) y el Teatro de la Abadía, entre otros. Fue director de la CNTC (2004-2011) y vicedirector de la RESAD.
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