Una novela vertiginosa sobre un cineasta megalómano y su guionista cautivo, a quien obliga a escribirle una obra maestra.
Un thriller intelectual escrito en forma de diario.
Hasta ahora, Pablo ha sido aspirante a novelista y luego aspirante a guionista. Hasta ahora. Porque ahora sí escribe guiones. Guiones de éxito. Lleva dos en cuatro años. Lo ha secuestrado Santiago Salvatierra, «el más grande director de cine latinoamericano de todos los tiempos». Lo tiene confinado en el sótano de su mansión de campo. El tercer guion ha de cambiar la historia del cine. Ha de elevar a Salvatierra a lo más alto. A codearse con Fellini, Bergman y Kurosawa. Pero algo sucede. Lo cuenta Pablo en su diario de cautiverio. Un cuaderno que escribe de madrugada y tacha y esconde antes de que empiece el día. Un diario que lo quiere narrar todo. Todo.
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«Vos me estás ayudando, Pablo, dijo. Eso es todo lo que hacés. Me ayudás. Tenés el privilegio de ayudarme, y de esa manera sos parte de un suceso histórico. Nadie hace nada por mí en mis películas. Yo lo hago todo. Incluso las actúo. Yo las ilumino, y las edito, y les compongo la música, y les diseño el vestuario y el sonido. El resto me ayuda. Son mis ayudantes. Porque no se puede hacer una película completamente solo. Menos una película que va a cambiar la historia del cine mundial.»
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