Fruto de un dilatado proceso de redacción, las aproximaciones de Carolyn Richmond a El jardín de las delicias de Francisco Ayala tienen un carácter excepcional por la estrecha relación, tanto afectiva como literaria, que unió a la autora a quien fuera su esposo; pero también, y sobre todo, por el rigor y la lucidez de sus planteamientos, así como por la originalidad de su enfoque y desarrollo. Más que un análisis de corte tradicional, Días felices ofrece una indagación abierta en la última, y más profundamente personal, obra de invención del escritor granadino, con la que dialoga acerca de temas como el arte, el tiempo y la relación entre literatura y realidad. En última instancia, sugiere Richmond, tanto ella como el propio Ayala y sus lectores somos cómplices en la recreación de los recortes, diálogos y evocaciones preservados en esa “arca de palabras”.