Esta es la narración autobiográfica de un hidalgo asturiano que, en el siglo XVI, militó en los tercios españoles en los que, desde simple soldado, llegó a ser Capitán, para después de algunos años, conseguir el rango de Maestre de Campo: luchó en Italia contra las tropas del Rey de Francia, en Malta contra los turcos, (habiendo sido hecho prisionero de ellos y, posteriormente, rescatado) en las Alpujarras contra los moriscos, sofocando su sangrienta rebelión, y en Portugal actuó como informador y espía de Felipe II para preparar una invasión militar del país (que unos años más tarde llegó a tener lugar, y que culminó con la batalla de Alcántara) con motivo de la sucesión del rey Don Enrique I. Por razón de su condición militar tuvo contacto directo y relaciones personales con el Duque de Alba, con Don Alvaro de Bazán, con Don Juan de Austria, hermano del Rey, con Don García de Toledo, Capitán General de las Galeras de España, con el Duque de Sessa, con Don Pedro de Deza, Presidente de la Audiencia de Granada, con el legendario ingeniero Fratino, citado por Cervantes en el Quijote… De todo ello da cuenta con un lenguaje conciso, directo, militar en suma. Sin nada que envidiar a quien escribió De Bello Gallico quince siglos antes.
Pedro Bermúdez nació en Castropol (Asturias) en 1525, de familia hidalga y acomodada, pero no rica. Con 22 años le picó el gusanillo de la aventura y se embarcó, sin tener ideas muy claras de adónde iba, en Ribadeo, «para servir al Emperador Carlos V» de quien sólo sabía que estaba peleando contra luteranos en Alemania y contra sus súbditos en Nápoles para reprimir una sublevación contra el Virrey, Pedro de Toledo. El azar, más que una firme voluntad suya, le llevó a Italia, donde empezó su vida militar. Desembarcó en Génova, atravesó Lucca, Florencia y Roma, hasta llegar a Nápoles. De allí fue a Mesina y luego a Reggio, en Calabria, donde ingresó en la Compañía de Pedro Valcarze y, luego en la de Alvaro de Yebra. Desde ese momento, sus intervenciones militares son seguidas: Piamonte, Milanesado, Siena, Florencia, Córcega luego, siempre luchando contra el ejército francés. Prosiguió luchando contra el turco: Sicilia, Malta, y Túnez, donde fué hecho prisionero. Desde allí a Trípoli, en el Líbano, de donde fue rescatado. De vuelta a España, participó activamente en el sofocamiento de la sangrienta rebelión de los moriscos en las Alpujarras. Gobernador militar, luego, en Logroño, Pamplona y Guipúzcoa. Sirvió después al Rey Felipe II en los preparativos de la acción sobre Portugal con motivo de la sucesión al Trono de aquél. Terminó su azarosa –y fascinante– vida militar como Capitán General de Bayona en Pontevedra.