La de Carlos Edmundo de Ory (1923-2010) es una galaxia de biografías: no sólo su obra puede leerse como una biografía, sino que su biografía es la historia de muchas vidas. Junto a la del eterno heterodoxo que trabaja de espaldas al mundo, la del hombre enamorado, la del padre desorientado,la del amigo inconstante, la del personaje que él mismo se encargó de ir construyendo para los más variados usos y propósitos o la que le han ido dibujando sus estudiosos y allegados. Pero Ory es además una referencia personal, y tal vez única, para entender las vicisitudes de la pasada centuria. Porque las vivió a fondo, dentro y fuera, de manera independiente, con libertad crítica y pasión escritural. Leer la vida de Ory es hacer que revivan mundos tan diferentes como la España de posguerra o el París de mediados de siglo. Es escudriñar una no menos larga serie de polémicas con escritores y amigos, desvelar las relaciones que se establecen entre el autor y su entorno y conocer mejor los entresijos y avatares de una época de la que, en ocasiones, el biografiado se convierte en espejo replicante