Un libro práctico e inspirador que nos permite reflexionar sobre las cicatrices que nos va dejando la vida, reivindicando la belleza de esas heridas, a través del antiguo arte japonés del kintsugi, la técnica centenaria de Japón que consiste en reparar las piezas de cerámica rotas con oro, haciendo hincapié en las grietas, en lugar de ocultarlas.
Esta filosofía de vida nos recuerda que nuestros accidentes, nuestras heridas, nuestras tribulaciones nos han hecho sufrir pero nos han permitido crecer en el camino. Paradójicamente, somos mucho más hermosos, más resistentes y más preciados tras sufrir estas heridas.