Vivimos el espejismo de creer que, como hemos consultado internet, estamos lo suficientemente informados para tomar buenas decisiones. Sin embargo, esta idea es errónea. Este libro permite identificar los hábitos que nos hacen más vulnerables a la desinformación en el entorno digital y ofrece las herramientas para decidir por nosotros mismos tanto en el terreno personal como profesional.
Estar bien informado significa contar con suficientes datos para, de entre todas las decisiones posibles, poder elegir una. Sin embargo, la experiencia nos demuestra que muchas decisiones tomadas con seguridad están lejos de sustentarse en los datos, circunstancia que explica que podamos parecer al mismo tiempo unos perfectos ignorantes y muy decididos.
Internet y las redes sociales han llevado esta problemática hasta el extremo. Nunca antes habíamos tenido acceso a tanta información, aunque esto no implica que seamos capaces de escoger mejor. Los algoritmos del entorno digital (donde conviven webs, Facebook, Instagram, Twitter o WhatsApp) no siempre están programados para ayudarnos a elegir de forma adecuada.
Tenemos la engañosa percepción de que estamos bien informados y, por ello, decidimos correctamente. No obstante, la desinformación nos afecta en nuestra vida personal y profesional. ¿Soy víctima de este fenómeno? La respuesta, con toda probabilidad, sería afirmativa porque nos desinformamos con facilidad y de modos muy diversos.
El objetivo de este libro es ayudar a identificar los hábitos que nos hacen más vulnerables: el cuñadismo, la incredulidad crédula, la indecisión crónica, la ansiedad, el confusionismo relacional, el activismo visceral y la precariedad informativa. Y, con sus herramientas prácticas para contrarrestar la desinformación, será de utilidad tanto para los expertos en redes sociales y profesionales de la gestión de cuentas en Twitter como para aquellas personas que solo visitan las páginas web de los periódicos de toda la vida.