Aunque pequeño, el país tiene todo tipo de maravillas naturales: las imponentes cumbres de los Alpes Julianos, la magia subterránea de las cuevas de Postojna y Škocjan, lagos resplandecientes y ríos color esmeralda, así como el breve pero bello litoral adriático. Su mezcla de climas va de las brisas cálidas del Mediterráneo a las faldas de los Alpes, donde puede nevar incluso en verano. Además, con más de la mitad de su territorio cubierto de bosques, puede presumir de ser es uno de los países más verdes del mundo.
Pero no toda la belleza nacional está en la naturaleza. La mano del hombre ha dejado un cuantioso legado, como en el lago Bled, cuya pintoresca isla cuenta con una diminuta capilla barroca recortada contra un imponente castillo, conformando un armónico conjunto. El país posee, de hecho, una increíble variedad arquitectónica: poblaciones portuarias de aire venecianas, granjas de estilo húngaro en Transmurania (Prekmurje), iglesias góticas en los Alpes Julianos y el esplendor art nouveau de Liubliana.