Liberar nuestras corazas físicas, psíquicas y energéticas hace que la fuerza que está retenida en nosotros fluya libremente, y nos permite conectarnos con nuestra creatividad, nuestra alegría de vivir y nuestra naturaleza profunda. Estas corazas empezaron a construirse en el momento de nuestra concepción y acabaron de desarrollarse durante nuestra infancia, como protección ante acontecimientos que hemos percibido como agresiones. De este modo, lo que en un principio se formó a modo de defensa puede acarrearnos graves problemas físicos y psicológicos en la edad adulta.