«No seas tan radical», «No te metas en política», «Modera tu lenguaje», «No seas tan contundente», «No puedes cambiar el mundo»… Nos enseñaron que no merece la pena vivir luchando, que la vida está para disfrutarla, pero ¿cómo podemos disfrutar de la vida en una jaula?
Tras años buscando mi libertad me di cuenta de que somos muchas las que estamos en ese camino. No nos queda otra que levantarnos y gritar juntas como hermanas que no vamos a conformarnos con promesas de cambios que nunca llegan. Vamos a incendiar ese paraíso de cartón piedra donde nos encerraron.