La Parte diecinueve y la mejor parte —así se anuncia en la portada— apareció en la primavera de 1624, casi dos años después de que Lope de Vega comenzara los trámites para su publicación junto con los de la Parte XVIII. El retraso, debido a una estrategia editorial para maximizar ventas, no afectó a la configuración de un volumen ambicioso, que refleja las aspiraciones cortesanas del Fénix y su orgullo como dramaturgo. De ahí que el prólogo dialogístico sea una apología de su dramaturgia, y las dedicatorias, dirigidas a hombres y mujeres cercanos al poder, alternen reflexiones sobre la historia con otras de índole literaria. Esta arquitectura paratextual acompaña a una muestra variada del teatro de madurez de Lope, que refleja su dominio sobre una pluralidad de géneros: comedias urbanas y palatinas (De cosario a cosario, Amor secreto hasta celos), dramas histórico-legendarios (La inocente sangre, El conde Fernán González, Carlos Quinto en Francia), dramas que beben de la tradición literaria (la bilogía Don Juan de Castro, la mocedad de Roldán), comedias religiosas (El serafín humano, La limpieza no manchada), una comedia mitológica (El vellocino de oro) y un drama palatino (El hijo de los leones).