Este libro responde a la intención de fijar en presente otra edad en la que se sitúa, entre el escepticismo y la voluntad de apurar los frutos del instante, el espacio elegíaco de la conciencia ante el deterioro físico, el desengaño existencial y la mirada crítica a la realidad colectiva. Los temas esenciales de Vamos a perdernos son la memoria y los sueños con sus incitaciones y sus asedios, una conciencia materialista de la vida y de la propia muerte, la fragilidad colectiva, la pervivencia del deseo y –como valores que tratan de salvar el vitalismo– la belleza natural, el amor y la amistad. Entre la resistencia estoica y la afirmación de una moral epicúrea, es la reflexión sobre el vivir cotidiano la que determina el tono y los ritmos de cada poema, unas veces en forma de canción o de haikú y otras en composiciones más extensas que amplían la meditación intimista. Destaca el papel distanciador, a veces irónico o simbólico, de los correlatos naturales y, sobre todo, de otras artes: la pintura, la fotografía o la música. Una parte importante la protagonizan músicos de jazz o piezas que significan para el poeta una forma de sentir, pero que también formulan y comunican reflexiones de corte social, existencial o biográfico.