En el 2004, Max Besler, el marido de Janis Heaphy Durgham, murió de cáncer a los 56 años. Janis es la hija de un pastor presbiteriano que practicó su fe mientras luchaba por superar la pérdida de su compañero. Pronto empezó a experimentar fenómenos paranormales: luces parpadeantes, puertas que se abrían y cerraban, y relojes que se paraban a las 12.44 h, la hora exacta de la muerte de Max. Hasta que un día, uno de estos fenómenos marcó un antes y un después en la vida de Heaphy Durham: la huella de una mano apareció en el espejo de su baño en el primer aniversario de la muerte de Max.
Esto llevó a Heaphy Durham a emprender un viaje que la transformó espiritualmente y cambió para siempre su punto de vista sobre la percepción de la realidad. A lo largo de este camino, se entrevistó con científicos y expertos en espiritualidad, y descubrió que lo que separa este mundo del más allá es muy frágil, y que este ente que conecta a los dos mundos se fundamenta en el amor.