Con un norte abrupto moldeado por la tramontana y un sur tranquilo lleno de calas y playas de fina arena y aguas transparentes, Menorca ha sabido evitar las masificaciones típicas de las islas del Mediterráneo y conserva una riqueza natural que le ha valido el reconocimiento de Reserva de la Biosfera por la Unesco. Además, Maó y Ciutadella, junto a los pueblos del interior, combinan a la perfección su aire sosegado con una rica oferta cultural y de ocio. Descubrir los paisajes, el legado arqueológico y la gastronomía de la isla constituye un deleite para los cinco sentidos.