En la campiña holandesa, en un pueblo donde nunca pasa nada ni nadie, un veterinario rural cumple con otra visita rutinaria a la granja vecina. Es el inicio de un verano asfixiante en el que corren rumores de una enfermedad bovina que se extiende por la zona, pero él solo tiene ojos para la hija pequeña del ganadero, que dedica los días de vacaciones a jugar en la casa familiar. Nadie sospecharía lo mucho que ambos pueden tener en común, la sensibilidad y el dolor que conectan sus destinos. Nadie excepto él, que desde este momento solo es capaz de imaginar una vida a su lado.
Hay grandes historias en la literatura, igual que hay grandes voces. Rijneveld pone la suya –que ya le valió el Booker International con su primer libro La inquietud de la noche– al servicio de una de estas: la reinterpretación de Lolita, la historia que definió qué consideramos amor.