Condenado a la seriedad y a la impostura, Julio, el silencioso protagonista de este libro, acaba convenciéndose de que es mejor encerrarse en su cuarto a observar el crecimiento de un bonsái que vagar por los incómodos caminos de la literatura. Es ésta, como dice el narrador, «una historia liviana que se pone pesada», un relato elíptico y vertiginoso marcado por la inquietante desaparición de una mujer.
Jorge Luis Borges aconsejaba escribir como si se estuviera redactando el resumen de una obra ya escrita. Y eso es, precisamente, lo que ha hecho Alejandro Zambra en este libro que –del mismo modo que un bonsái no es un árbol– más que una novela corta o un relato largo es una novela-resumen o, justamente, una novela-bonsái.
Bonsái, el brillante debut narrativo de Alejandro Zambra (que inspiró la película homónima de Cristián Jiménez, estrenada en la sección Un certain regard del Festival de Cannes 2011), no es solo, en palabras de Leila Guerriero para el epílogo admirado que acompaña a esta edición, «una primera novela (...) que viajó hasta hoy intacta en sus capacidades»: es la obra de «un escritor con oído absoluto», en la que «cada párrafo es imprescindible», a la que «nada le falta, nada le sobra»; es, en fin, literatura recorrida por una «escalofriante sensación de vida» que se ha convertido ya en un clásico contemporáneo.