El libro de una generación que ha dejado de creer en el futuro.
Futurofobia es, literalmente, «miedo al futuro».
Futurofobia es esa sensación que nos hace imaginar que todo lo que está por venir va a ser peor que lo que ya tenemos.
Futurofobia es pensar que nada de lo que puedas hacer cambiará las cosas. ¿Para qué pelear si todas las luchas están condenadas al fracaso?
Futurofobia es no tener ilusiones.
Futurofobia es estar agotado.
Futurofobia es creer en las distopías y desconfiar de las utopías.
Futurofobia es cinismo.
Futurofobia es individualismo.
Futurofobia es sustituir el deseo por el miedo.
Futurofobia es pensar que todo tiempo pasado fue mejor.
Futurofobia es una profecía autocumplida. Si asumimos que el ser humano es estúpido por naturaleza, si consideramos que lo que se avecina es el apocalipsis, si dejamos de creer en la política, en el arte y en el amor, nos convertiremos en unos cínicos. Tenemos los futuros que soñamos: si nuestro único horizonte es el fin del mundo, ese será nuestro presente.
La futurofobia no es lo importante, sino que esta nos ayude a pensar sobre nosotros mismos.
Futurofobia es solo una palabra.
Los nacidos a partir de los ochenta crecimos en una burbuja de optimismo que un día estalló. Desde entonces, hemos vivido con la palabra crisis cosida a nuestros destinos y hemos visto cómo todas las ideas que teníamos sobre el futuro se han esfumado.
La futurofobia es nuestra reacción a la sensación decepcionante de que a la vuelta de la esquina acecha el invierno, como en la letanía de Juego de Tronos. Caminamos en precario equilibrio por un alambre que conecta dos formas extremas de enfrentarse a esta vida incierta: la de refugiarnos en la nostalgia de una época en la que veíamos películas en VHS o la de abrazar el apocalipsis mientras compartimos memes.
Nostálgicos y apocalípticos nos hemos dado por vencidos consiguiendo que el pesimismo se convierta en la principal seña de esta generación. Este libro es, al mismo tiempo, un análisis de cómo hemos llegado hasta aquí y una invitación a cambiar el rumbo, porque el futuro sí está en nuestras manos y podemos reescribir nuestra historia.
«El miedo al futuro es el punto de partida, no el de llegada, y eso es una virtud rarísima en un mundo de ensayistas dogmáticos y de encantadores de serpientes. García Barnés está acostumbrado a mirar las cosas mucho y bien, y encuentra indicios y revelaciones donde otros solo ven escombros o ruido».
Sergio del Molino
La crítica ha dicho:
«El miedo al futuro es el punto de partida, no el de llegada, y eso es una virtud rarísima en un mundo de ensayistas dogmáticos y de encantadores de serpientes. García Barnés está acostumbrado a mirar las cosas mucho y bien, y encuentra indicios y revelaciones donde otros solo ven escombros o ruido».
Sergio del Molino
«Futurofobia evoca el espíritu de "Trainspotting". Tras una primera y ávida lectura de este ensayo sobre la (de)generación de los millenials, es muy probable verse reflejado en muchas de las situaciones cotidianas que describe Héctor García Barnés. El lector encontrará respuestas, se angustiará con otros enigmas de la vida moderna y, con toda seguridad, analizará un sinfín de comportamientos y lugares comunes con el filtro futurofóbico».
Amaia Santana, El Correo