El tercer volumen de la serie The Waiting Game aborda una figura que está inscrita en nuestras imágenes visuales pero rara vez representada en la fotografía: la imagen de un perro custodiando la propiedad en ausencia de sus dueños, generalmente encadenado y pasando sus días detrás de una cerca o un muro, vigilando un complejo industrial, una granja, un complejo de desguace de automóviles o un chalet de lujo.
Perros que sienten cómo sus horas se vuelven interminables. Aburridos, maltratados, emocionalmente abandonados y, a la vez, obedientes, preparados para cumplir su misión a cambio de algo de comida y agua, su punto más alto de su sumisión conlleva un aburrimiento absoluto y aniquila las expectativas. Se trata de perros que nacen y mueren en el mismo lugar, tratados como un recurso instrumental: un claro paradigma de la relación distópica entre los humanos y nuestro entorno.