Una isla casi despoblada confinada cerca de la cima del mundo, Islandia es, literalmente, un país en ciernes. En este amplio laboratorio volcánico fuerzas poderosas dan forma a la Tierra: géiseres, burbujeantes pozas de barro, volcanes cubiertos de nieve y glaciares entre montañas. Tanto esplendor parece diseñado para recordar al visitante su insignificancia en el gran esquema de la vida. Y funciona de maravilla; tras respirar el aire puro y contemplar el asombroso paisaje, todo el mundo queda cautivado.