La Historia casi ha olvidado que, en pleno siglo XII, Asturias tuvo a su única reina: Urraca, hija natural del emperador Alfonso y de la noble Gontrodo. El amor que esta mujer sentía por su tierra era tal, que hizo que su padre le otorgara su gobierno con título de reina.
María Teresa Álvarez, otra asturiana de pro, recupera a esta gran figura olvidada y nos regala una novela apasionante en la que descubrimos a una mujer devota y generosa que hizo grandes donaciones a la catedral de Oviedo y al monasterio de San Pelayo; pero también a una reina fuerte y ambiciosa, que un mundo de hombres antepuso los intereses de Asturias a los suyos.