Si ha habido una novelista que haya amado a sus personajes, esa es Jane Austen. No les ahorra defectos ni debilidades, pero todo lo desvela desde el amor que todos ellos merecen. Sus personajes femeninos no son solo hermosas jóvenes casaderas, llenas de luz y de futuro, sino también madres entrometidas, vecinas chismosas, amigas fieles y amigas traidoras, muchachas atolondradas, institutrices, solteronas, aristócratas engreídas, etc. A través de sus confidencias, bailes, paseos o amoríos, muestran su interioridad con una hondura sorprendente.
Austen fue una escritora precoz, que entra en la gran literatura de todos los tiempos por su modo de presentarnos los problemas, sinsabores y emociones de sus contemporáneas y, en cierto sentido, de las mujeres en general. Pero no es “literatura para mujeres”, como bien sabe Catalina León, sino para todo corazón humano, que aprende mucho más de las historias que de los conceptos.