Desde el corazón de Jerusalén, Ayestaran se adentra en su cultura para descubrir la compleja identidad de la Ciudad Santa.
«El periodista que duerme con los zapatos puestos.» Ramón Lobo
En la Ciudad Vieja de Jerusalén siete de las ocho puertas que dan acceso al interior de la muralla son los puntos de reunión. La octava, la Puerta Dorada, situada en la parte oriental de la Explanada de las Mezquitas, también es un lugar de reunión clave, pero permanece sellada a la espera de que vuelva el Mesías. A su llegada, la puerta se abrirá y por ella entrará el redentor seguido de los miles de judíos y musulmanes enterrados en los cementerios situados allí de forma estratégica, con la esperanza de ser los primeros en seguirle. Hasta que venga el Salvador, mejor quedar en alguna de las otras siete.
Esta es una crónica de Jerusalén —ciudad en la que Mikel Ayestaran ha residido durante siete años— escrita en primera persona a partir de las historias de vecinos de los cuatro barrios (musulmán, judío, armenio y cristiano) de la Ciudad Vieja. A través de ellas, el autor habla de cómo es la vida en una ciudad cautiva de su santidad, ansiada por judíos, musulmanes y cristianos, una Tierra Santa en la que inevitablemente el pasado se come al futuro.