Luis Mateo Díez reafirmaba su maestría en ese género tan fascinante como arriesgado de la novela corta con La mirada del alma, y demostraba también que su mundo tan peculiar e inimitable se abre por los más insospechados y enriquecedores caminos.
«Es una historia que dura cincuenta años -comienza confesando el protagonista de esta novela- y que arranca de una mirada de cuya existencia llegué a dudar en más de una ocasión, pero al final esa mirada se repite y entonces ya no puede caber la menor duda...».
De esa mirada prende un enigma que los cincuenta años de la sorprendente historia aplazan hasta revelar de la forma más inesperada, y la vida de quien la cuenta -un hombre en un pabellón de convalecientes- alcanzan un no menos inesperado y sorprendente destino.
La inocencia, el deseo, la penuria, la enfermedad, la soledad, son algunos de los hilos que tejen La mirada del alma, esta fábula del sentimiento tan poderosa como apasionante. Una fábula que encierra una imposible historia de amor, determinada por el azar y construida con la más expresiva materia de la emoción y las sensaciones.