Criminales como Jeffrey Dahmer o Ted Bundy han cautivado al imaginario común, introduciendo el arquetipo del asesino en serie al vasto panteón de referentes culturales que comprendemos como la mitología del siglo XXI. Pero ¿de dónde viene nuestra macabra obsesión por estas figuras carentes de moralidad? ¿Cómo ha influido la producción artística en el desarrollo de la categoría científica del psicópata y del serial killer? Los avances de la investigación en las últimas décadas aúnan las diferentes causas de la psicopatía, sin embargo, es en la literatura gótica clásica donde podemos ver los primeros indicios de esta condición perturbadora. De modo sorprendente, este género dotó a los monstruos literarios de unos hechos definitorios del psicópata criminal y serial que la ciencia ha validado con el devenir del tiempo.
En los textos canónicos de los siglos XIX y XX la camaleónica figura del monstruo toma forma, hechizando a los lectores con su falta de escrúpulos. Baste con pensar en Frankenstein, El extraño caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Drácula o El retrato de Dorian Gray. Desde que se abrió la reflexión sobre nuestra condición psicológica y moral, más autores han explorado mediante la literatura y el cine la inexplicable crueldad que arrastra al ser humano, como La isla del doctor Moreau, cuyo protagonista preconiza las atrocidades nazis del doctor Mengele, o El silencio de los corderos, que renovó para siempre el universo del psychokiller.
Este ensayo, novedoso y sugerente, nos brinda una simbiosis atractiva entre la literatura comparada y la criminología que nos ayuda a comprender cómo se ha ido forjando la personalidad del monstruo criminal a lo largo del tiempo.