EL LIBRO OFICIAL DEL LEGENDARIO GRUPO, AMPLIADO Y ACTUALIZADO HASTA AYER MISMO.
Si dijéramos que este es el mejor libro del mundo no estaríamos exagerando: estaríamos mintiendo.
¿Hay alguien que no conozca y ame a Les Luthiers? No lo creemos, pero por si acaso: Les Luthiers son un grupo humorístico argentino cuya obra gira en torno a la música o que, como afirman en su propio juego de palabras, «unen canto con humor». La genialidad de sus composiciones de todo tipo (desde rock hasta música de cámara -«de cámara lenta»-) se ve realzada por el hecho de que muchos de los instrumentos (informales) que utilizan han sido concebidos y construidos por ellos mismos (de ahí lo de luthiers). Algunas de sus mejores piezas lo son no solo por la composición en sí, sino además por sus legendarias presentaciones («Falta la primera hoja», «Las majas del Bergantín» o «Himnovaciones»), sus inolvidables personajes (don Rodrigo Díaz de Carreras, Warren Sánchez, el maestro Mangiacaprini, Oblongo N'gue o Daniel el seductor) y, en especial, el cuidado y el mimo con el que se trata la vida, la obra y el modo de componer, entre otros géneros compositivos, óperas (un verdadero modus operandi) del inmortal compositor Johann Sebastian Mastropiero.
Con cariño, admiración y mucha gracia, Daniel Samper y Álex Grijelmo cuentan una historia que conecta con millones de espectadores que han reído en español (y a veces en inglés). Recopilan un buen puñado de anécdotas y fotos, relatan la evolución del conjunto y revelan sus métodos de trabajo y los secretos de sus espectáculos por medio mundo. Por el camino recogen «muchas gracias de nada», rememoran sus momentos «más tropiero que nunca» y cubren su trayectoria hasta que por fin fueron «grandes-hitos».
Y esto es. ¿Todo? Todo esto es. ¿Qué es esto? Ah, sí: ¡esto es todo!
LES LUTHIERS HAN DICHO:
«Es una canción muy fácil, la puede cantar cualquiera... o cualquiese».
«Pañales Pompón, impermeables e hiper-meables».
«Mientras los violines dibujan un elaborado contracanto, el piano ataca el tema principal, que resulta ileso».
«Su confesor iniciaba sus encuentros diciéndole: Abreviemos hija mía... ¿De qué pecados NO te acusas?».
«Donde dice de inspiración arrabatada, como otros compositores románticos, debe decir arrebatada a otros compositores románticos, y donde dice su copiosa producción debe decir su copiada producción».