Una historia de humanidad en medio de la guerra. El rescate de un héroe italiano: el comandante Salvatore Todaro.
El 28 de septiembre de 1940 el submarino Cappellini de la armada fascista italiana partió del puerto de La Spezia con rumbo al Atlántico, vía Gibraltar. Al mando estaba el veterano comandante Salvatore Todaro, un hombre que llevaba el pecho cubierto con una coraza de acero debido a viejas heridas de combate.
Durante su misión, avistaron un buque belga, el Kabalo. Se produjo un combate naval y el submarino hundió al barco enemigo. Pasado un rato, vieron aparecer a varios tripulantes sobrevivientes. Pese a que el almirante alemán Dönitz ordenó explícitamente que no se los rescatase, Todaro decidió contravenir a sus superiores y primar, por encima del reglamento militar, la ley del mar, que dice que hay que rescatar a los náufragos. Su gesto lo convierte en un héroe que conecta el pasado con nuestro presente de pateras rescatadas en alta mar por barcos que, con demasiada frecuencia, las autoridades no quieren dejar desembarcar en sus puertos.
Este paralelismo fue lo que llevó a Sandro Veronesi a aceptar la petición del cineasta Edoardo De Angelis de trabajar con él en el guion de su próxima película, sobre la figura de Todaro. En paralelo, escribieron a cuatro manos una versión novelística, construida mediante una sucesión de voces que relatan el noble gesto del comandante.
La narración resultante puede leerse, en el contexto de la crisis migratoria que azota las aguas del Mediterráneo —y la consecuente oleada de xenofobia que Veronesi denuncia en la introducción—, como una reivindicación de los valores humanos que deben imponerse ante la barbarie, así como una celebración de la figura de Todaro, injustamente olvidada en las páginas de nuestra historia.