Quizá no haya forma más elegante y eficaz de comprimir una reflexión que un aforismo inspirado, capaz de reducir el pensamiento a su forma más compacta y por tanto universal. Como dice Wagensberg en el prólogo a este libro, «una idea buena que no cabe en veinte palabras, no es una idea tan buena». En la estela de Si la naturaleza es la respuesta, ¿cuál era la pregunta? (2003), que despertó el entusiasmo de crítica y lectores, esta colección de aforismos viene a ser una continuación natural en la que Wagensberg vuelve a asombrar por su habilidad para aunar la profundidad de las cuestiones con el efecto sorpresa de una formulación siempre ingeniosa. Además, las frases y aforismos se seducen unos a otros, formando pequeños encadenamientos que operan como una original aproximación a las grandes cuestiones fundamentales –la verdad, lo bello y lo inteligible, la matemática–, naturales –la selección y la evolución– y culturales –construcciones y fronteras de lo humano, los museos y el arte.