Se hallara donde se hallase 02014;en el infierno de una cárcel mexicana o en el paraíso canadiense de Dollarton02014;, Malcolm Lowry nunca dejó de escribir cartas. Sin duda, el intercambio epistolar era lo único que lo unía a sus congéneres y lo salvaba del aislamiento. Grafómano y perfeccionista, escribía sus cartas a lápiz y guardaba incluso los borradores, que en ocasiones utilizaba en sus obras. Así pues, una carta de Lowry es un texto vivo que ha roto con toda naturalidad los límites entre realidad y ficción.
Esta correspondencia, la más fidedigna fuente de información sobre Lowry, permite reconstruir ese viaje interminable y torturado que fue su vida 02014;y también su obra02014; y que, siempre en pos de un paraíso perdido, le arrastró por parajes tan dispares como Cambridge, Oslo, Granada, México, Haití, Canadá, Francia, Capri y Sussex. En estas cartas el lector descubrirá al verdadero Lowry en todas sus facetas, al esposo que confiesa su deseo a su mujer o le escribe notas diarias pese a vivir juntos, al cínico que, con el fin de que le mande dinero, asegura a su padre que ha dejado de beber, al experto conocedor de la literatura, al escritor que defiende su obra a capa y espada frente a los editores, y al hombre vulnerable que concluye su misiva confesando: «Me hallo en un lugar oscuro. Perdido».
De las casi setecientas cartas que se conservan, Carmen Virgili, experta en la vida y la obra de Lowry, ha seleccionado las más representativas, destinadas, principalmente, a sus amigos de juventud de Cambridge y a otros escritores; a su padre, a su hermano Stuart; a sus dos esposas y también a sus editores Albert Erskine y Jonathan Cape, destinatario de una famosa carta en la que Lowry defendió la integridad y significado de Bajo el volcán.