Este libro, que se publicó por primera vez en La Habana en 1968, fue censurado por petición de Fidel Castro bajo el pretexto de que daba una pésima imagen de la guerrilla de Cuba. Sin embargo, éstos son relatos verdaderos sobre la manera en que se desarrolló la Revolución de 1959, lo que Fidel llamaba «la lucha contra bandidos», es decir los contrarrevolucionarios: seis años de combates, miles de hombres luchando hermanos contra hermanos, bandas con trovadores que cantaban las hazañas de unos jefes que hasta el día anterior eran brutales campesinos de la cordillera y cuyos apodos eran Látigo Negro, Tita el Cagüero, El Mocho, Caralinda.
Estas son historias de hombres duros y valientes, de fusilados y de muertos en despiadados combates cuerpo a cuerpo, de viudas desconsoladas, de madres dolientes, y como en las tragedias clásicas, todo se desarrolla en un pequeño pueblo, Condado, «medio kilómetro de calle central, un cementerio y un campamento militar», en la Sierra del Escambray en el centro de Cuba, «un paraíso de sangre y de desmesura de la conducta humana».
Estos relatos, que se han comparado con los mejores de Isaac Babel, narran la epopeya de un pueblo malogrado y soberbio, con una prosa que le coloca entre los «clásicos de la narrativa latinoamericana de fin de milenio» (José Agustín).