Nos dicen que nuestro tiempo libre crece día a día, pero paradójicamente cada vez nos lamentamos más por el estrés que domina nuestras vidas y la falta de tiempo que caracteriza al mundo moderno. Viajes, reuniones, llamadas telefónicas, comidas de trabajo, deportes, compras, relaciones sociales, periódicos que hay que leer, notas que hay que escribir, recados que hay que hacer...
Inmersos ya en el tercer milenio, el imparable avance de la tecnología debería permitirnos ganar aún más tiempo, pero siempre acaba convirtiéndose en una nueva fuente de estrés. Algunas personas logran organizarse. Otras terminan encadenadas a ese tiempo que corre y corre sin parar, sin saber que esa enfermedad tiene cura.
Dominar el tiempo de que disponemos es un reto personal de vital importancia, indispensable para recuperar la serenidad y el gusto por el día a día. Pero ninguna máquina conseguirá hacer eso en nuestro lugar, pues lo único que puede hacerlo posible es nuestra actitud al respecto.