Así, en el prólogo a esta obra, escribe el propio Zugazagoitia en el triste exilio parisino de los perdedores: «Prefiero pagar a la maledicencia las alcabalas más penosas y ser cobarde para quienes me disciernan este dicterio, renegado para los que por tal me tengan. Escéptico, traidor, egoísta... todo me parecerá soportable antes de envenenar con un legado de odio la conciencia virgen de las nuevas generaciones española».
Para esta edición hemos contado con la inestimable colaboración de José María Villarías, historiador y nieto del autor, y un oportuno prólogo del profesor Santos Juliá.