Ida Vitale es una extraordinaria poeta uruguaya, cuya poesía, deslumbrante y ya clásica, merecía que la diésemos a conocer en España. Y tal vez no existe mejor carta de presentación que los poemas intensos y exactos de esta Reducción del infinito, su libro más reciente, al que acompaña una antología personal de su obra que refuerza su escritura unitaria.
Para quienes aún no la conocen, los versos de Ida Vitale, ajenos a cualquier sentimentalismo o esteticismo retórico, están presididos por la inteligencia y la metáfora iluminadora, por la precisión y la esencialidad. Precisamente su conciencia del poder sugeridor de las palabras y su lucidez crítica la inscriben en la tradición de Mallarmé, de ciertos autores españoles como su admirado Juan Ramón Jiménez, o de la línea que arranca con Montale, poetas, como ella, transparentes y profundos, conceptuales y cautivantes.
Reducción del infinito se organiza en cinco partes no arbitrarias, determinadas por motivos queridos a la autora y por el prodigioso alarde verbal de su poesía. Si la primera entreteje vida, ética y poesía, la segunda reúne ciertas admiraciones, a modo de fe «en este mundo que aún se imagina libre de la Bestia y el Límite». «Breve mesta», la tercera, ofrece variaciones sobre el sinsonte, pájaro de canto singular, posible símbolo. «Solo lunático, desolación legítima» rinde homenaje a Góngora, mientras que la última, «Fieles», recoge en orden cronológico inverso una personal antología de sus últimos libros. En todas ellas prevalece la intensidad diamantina de su estilo, que confiere a los poemas su peculiarísima personalidad.