En 1998, cuando publicamos El primer trago de cerveza y otros pequeños placeres de la vida (Los 5 Sentidos 28), ya sabíamos que Philippe Delerm es uno de esos autores que crean adicción; al leer sus libros, el lector se contagia de esa capacidad para disfrutar de la vida y saborear los momentos, en apariencia insignificantes, que condimentan la rutina diaria.
En El pórtico, Delerm nos presenta a Sébastien Sénécal, un dedicado profesor de letras de secundaria que, a pesar de que la vida le sonríe 02013;sus hijos, Julien y Marine, ya se han emancipado; quiere a su mujer, Camille, profesora de música que disfruta tocando la viola de gamba en un conjunto de música barroca; él mismo ha pedido horario reducido en el trabajo, lo que le permite cultivar sus pequeños placeres02013;, atraviesa una crisis. Aquejado por molestias físicas, Sébastien pierde la ilusión por su labor docente y es presa de una apatía que le atormenta. ¿Por qué la simple presencia de un inspector en una de sus clases de literatura o la construcción de un «pórtico» en el jardín de su casa darán un giro decisivo a su vida?