De la mano del bellísimo y pícaro búlgaro Kyril y gracias a las peripecias no siempre gratas ni muy legales en que éste embarca al caballero Daniel Vergara, vamos adentrándonos en ese mundo ignorado, ajeno a toda moral establecida, que, para muchos jóvenes inmigrantes de los países del Este, se inicia en España en el «chaperío» de la emblemática Puerta del Sol de Madrid. Aunque el azar conduzca a Vergara, como a todos los caballeros desprendidos y generosos por naturaleza, a extremos absurdos, nunca se arrepiente. Como lo reconoce él mismo, en esta insólita hazaña, puso «algo de dinero, un gramo de locura, un montón de afecto, quizás de amor»02026;