César González-Ruano (Madrid, 1903-1965) pertenece más a la Literatura que a la Historia de la Literatura. Enumerar los géneros que tocó González-Ruano es recorrer todas las habitaciones de ese castillo de Barba Azul que es la literatura; poesía, novela, teatro, artículo periodístico, ensayo literario, biografía, libro de viajes, entrevista, diario, memorias... Todo le tentó, todo lo hizo como al acaso, sin sistema, desordenadamente y, sin embargo, en todo supo poner algo de su vida y de su arte, dándole a su obra ese secreto y melodioso tintineo que avisa al oíd, experimentado de que la moneda que suena es de ley y que ostenta el contraste infalsificable la buena literatura. Cuarenta años después de su muerte, su obra aún no recibe la atención que merece, pero no hay duda de que se está produciendo una lenta revalorización, de la que es buena muestra la serie de reediciones llevada a cabo por la Fundación Cultural Mapfre Vida.
Entre sus novelas y relatos cabe destacar La inmolada (1926), Circe (1935), Manuel de Montparnasse (1944), Ni César ni nada (1951) y Cita con el pasado (1954). También debemos resaltar, en su obra teatral, La luna en las manos (1934), los libros memorialísticos Madrid entrevisto (1934), Siluetas de escritores contemporáneos (1949), Veintidós retratos de escritores hispanoamericanos (1952), Diario íntimo 1951-1955 (1970) y en especial sus memorias, tituladas Mi medio siglo se confiesa a medias (1951), que ahora publicamos, y que pueden considerarse, sin duda, una de las más importantes del siglo XX en su género.
Entre sus libros periodísticos podemos resaltar Caliente Madrid (1961), el póstumo Trescientas prosas (1976) y, sobre todo, los tres gruesos volúmenes recopilados por Miguel Pardeza y publicados por la Fundación Cultural Mapfre Vida, que reúnen sus artículos de prensa. Debe recordarse que escribió numerosas biografías, entre ellas las de Baudelaire, Unamuno, Mata-Hari y Casanova. En cuanto a su obra poética, que va del modernismo a la poesía confesional pasando por el ultraísmo, el surrealismo e incluso la poesía neopopular, están: Poemas del invierno (1921), Estancias de solitario (1922), Viaducto (1925), Fervor de Bilbao (1926), Aún (1934), Misterio de la poesía (1938), Ángel en llamas (1941) y Balada de Cherche-Midi (1944). Quizás el secreto del arte de González-Ruano esté en la perfecta armonización de los contrarios. De ahí que su prosa tan resabiada y sutil sea a la vez tan aparentemente vigorosa y espontánea, tan llena de pasión y de escepticismo, de ternura y de crueldad, de curiosidad por todo y de desgana ante todo. En pocos escritores se adivina tan a las claras como en él que el estilo es el hombre, que vida y estilo deben corresponderse íntimamente, sin frivolidades ni componendas, en la obra de todo verdadero escritor.