En pleno siglo XXI y en ciudades tan cosmopolitas como París, aún se dan casos de prácticas tan ancestrales como el matrimonio de conveniencia. Leila sólo tenía veinte años cuando le presentaron a su futuro esposo, un hombre que prácticamente le doblaba la edad y al que jamás había visto. Francesa de nacimiento pero de profundas raíces musulmanas, esta joven tuvo que someterse a su tradición y obedecer en silencio unas leyes no escritas que apenas entendía. Atrapada entre dos culturas, Leila vio como su vida, poco a poco, se convertía en un infierno. Recibía palizas, insultos, humillaciones y vejaciones de su padre, su madre, sus hermanos y, después, de su marido y su suegra. Todo eran órdenes y no obedecer significaba una paliza segura. La familia de Leila proviene de Marruecos, un país donde impera el patriarcado y la mujer ha de ser sumisa para no manchar el honor de la familia. Tiene que casarse con el hombre que elijan sus padres y, por supuesto, nunca hacer enfadar al marido si no quiere ser repudiada, un horrible pecado según el Corán. Casada a la fuerza es ya un bestseller en Francia. Contiene el testimonio conmovedor de una mujer valiente que ha luchado por recuperar su libertad y su dignidad. Sus palabras denuncian el horror que padecen millones de mujeres, también en Occidente.