Reconocida ya por su dominio del género breve, Mercedes Abad nos entrega en Amigos y fantasmas, su esperado nuevo libro, las que quizá sean sus piezas más logradas. «Los artistas tenemos no sólo la licencia sino casi la obligación de ahondar en nuestra originalidad», dice uno de los personajes, y a esa premisa responden los relatos, que reúnen, como ningún libro hasta ahora, todos los estilos, todos los tonos, de la autora.
Una situación inquietante, una perturbación no prevista se convierte en el elemento común de los arranques de estas historias: los nervios ante una primera cita en la que hay que impresionar a la otra parte; el viaje en tren como una forma, desesperada e imposible, de aislamiento; el secreto mayúsculo que a un personaje insignificante le toca en suerte compartir 02014;y administrar02014;; la presencia obsesiva de un antiguo rival de infancia; o la hipócrita y a ratos cruel relación entre un grupo de amigos. Con esos planteamientos el narrador nos conduce irremediablemente a un desenlace inesperado, en el que se rompe magistralmente la lógica o lo convencionalmente esperado. Mercedes Abad demuestra aquí sus dotes de «artillera que calcula bien las dosis de dinamita».
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