Un personaje anónimo filosofa sobre lo divino y lo humano. Así surge el recuerdo, la anécdota encarnada en ese perro maltratado por su amo, un homeless neoyorkino al que a su vez apalearán sin piedad respetables ciudadanos, o en ese grupo de pizzeros mejicanos sin papeles que noche tras noche fantasean con un premio de lotería que nunca llegará... Se trata de "El privilegio de ser perro", el monólogo en su forma más pura que, sin embargo, desembocará en atroz nostalgia y en rabia apenas contenida. Con todo, no sucede así en los otros dos monólogos de Juan Diego Botto: en "Arquímedes", habla un funcionario de inmigración que amonesta paternal y cínicamente a un africano en busca de visado, y en "La carta", basado en un suceso real, el pequeño Fodé, oculto en el tren de aterrizaje de un avión, redacta junto a su amigo Yoguiné ?turbadora no-presencia en extremo vívida? una carta dirigida a los «señores responsables de Europa» antes de morir congelado.También en el monólogo de Roberto Cossa ("Definitivamente, adiós") la voz se desdobla, cual labios de una misma herida, pero ahora en el acento español y en el deje porteño: tres generaciones, a caballo entre España y Argentina, marcadas por el trágico destino de ambos países, se aferran a su identidad, a su nostalgia, y comparten su desarraigo ante la tumba del abuelo republicano, del padre represaliado por la dictadura, en un adiós que ya parece ser definitivo. Juan Diego Botto (Buenos Aires, 1975), actor precoz, hijo de actores y hombre de firme compromiso político, es sin duda una de las nuevas figuras ascendentes en el panorama cinematográfico y teatral español. Desde que, siendo aún un niño, abandonó la Argentina de la dictadura junto con su madre, la actriz Cristina Rota, ha desarrollado una sólida carrera artística que ha contado con un amplio reconocimiento de público y crítica. Entre sus películas más destacadas se encuentran Historias del Kronen (Montxo Armendáriz, 1995), Martín (Hache) (Adolfo Aristaráin, 1997), Asfalto (Daniel Calparsoro, 1999), Plenilunio (Imanol Uribe, 2000) y Roma (Adolfo Aristaráin, 2004). En los escenarios ha interpretado, entre otras obras, Coriolano (W. Shakespeare), Alessio (Ignacio G. May), Ciudades perdidas (Daniel Suárez), El rufián en la escalera (J. Orton) y Rosencrantz & Guilderstern han muerto (Tom Sttoppard).Roberto CossaDramaturgo y periodista, la de Roberto Cossa (Buenos Aires, 1934) es una de las voces más lúcidamente críticas de la escena argentina de los últimos treinta años. Desde sus profundas convicciones de izquierdas, Cossa disecciona certeramente la realidad social, histórica y política de su país en su tortuosa evolución a lo largo del siglo xx. Dentro de su prolífica producción teatral cabe destacar Nuestro fin de semana (1964), La pata de la sota (1967), El viejo criado (1980), Gris de ausencia (1981), El Sur y después (1987) y Los años difíciles (1997).